Aparcamiento de residentes

¿Alguno de nuestros ínclitos municipes se ha preguntado cuántos coches caben en cada distrito de Madrid? Porque, pongamos por caso, en un distrito determinado hay un número fijo e inamovible de plazas para aparcar en la calle, digamos que son X plazas. Si se están emitiendo y renovando tarjetas de aparcamiento de residentes, que valen sus buenos euros, en una cantidad Z de tal manera que Z es mayor que X, el Ayuntamiento estaría engañando a los conductores pues les cobra por algo que no existe. Si los peritos urbanistas han calculado ocho mil plazas en el distrito Tal y se han expedido diez mil tarjetas de aparcamiento a residentes, hay dos mil ciudadanos engañados y no son los últimos ni los primeros sino cuantos no pueden aparcar en su zona por haber más permisos que plazas y porque, también, se permite aparcar con el papelito de la ORA, como es lógico, a otros coches que no disponen de esa tarjeta ni entran en el cómputo. A rezar porque alguna sociedad honesta de conductores se haga cargo de constatar esta realidad.
No es nada personal, no tengo coche.

El árbol de la mierda sigue

El árbol de la mierda sigue creciendo ante la mirada impávida de los servicios de limpieza. En este caso ni la inspección del Ayuntamiento se dignó a ordenar la higiene necesaria. La basura que pende del árbol está creando su propio ecosistema.
El árbol muere, los mosquitos crecen y nuestra
desesperación con ellos.
Noches de Malasaña, siempre en blanco y mierda.

Discapacidad e ineficacia


En el aeropuerto de Barajas, hay una ventanilla para atender a las personas con discapacidad o movilidad reducida. Es una gran idea y si estuviera abierto sería ya genial. En la imagen, una señora en silla de ruedas espera, inútilmente, ser atendida en un mostrador que permanece cerrado bien pasadas las nueve y media de la mañana.
Menos carteles y más hechos.